UNAS GANAS COMPARTIDAS
Te quiero ahora, con mis manos abiertas cual pimpollos para enredarte dentro de mí.
Te quiero ahora, al lado mío, mientras espiamos los barcos que llegas a la Costanera y nos reímos al ver un marinero dormido cerca de las vías del ferrocarril. Ahora que el viento nos golpea la cara haciéndonos brotar lágrimas de frío. Ahora que, tomados de la mano, no necesitamos nada más, porque estamos completos.
Pero te quiero sin horarios ni problemas; sin tornillos ni obreros que faltaron; sin máquinas a punto de romperse o que se rompieron ya; sin entrevistas importantes, ni corridas, ni abogados, ni déficit en la cuenta bancaria, ni réditos por pagar.
Te quiero mío, entero, con olor a azahares en tus dedos, a aromo recién cortado. Con tus zapatos de gamuza gastados de recorrer el mar en busca de tiburones y no de zapatear tontamente las calles de la ciudad.
Te necesito bruma, agua, cielo. Si no cuentan los detalles cotidianos, una linda fachada, el lago de Palermo, un petirrojo, las rosas recién abiertas o los cisnes del zoológico, porque no hay tiempo que perder, porque tienes un vencimiento o estás cansado, no cuentes conmigo.
Yo no sé proyectarme hacia el futuro; estoy viva día a día, cuando despierto y no quiero levantarme; cuando riego mis plantas y escribo; cuando una paloma revolotea cerca de mi ventana. Porque no importa el futuro, ése de números, signos y pesos, ése de cifras y cheques que, aunque roces un día, no te traerá felicidad sino más complicaciones.
Yo no sé vivir así. Quiero seguridad, pero también soñar. Necesito el murmullo de la rompiente, el olor a jazmines en el jardín, la paz y el sosiego.
Cuánto tiempo hace que te pido algunos discos para escuchar. Que prendas la chimenea y lo haces con poca leña, porque te tiene que ir. Que vamos al cine a ver algo tonto porque ese día es más barato. ¿Por qué no parar y esperar? Comiendo queso, oyendo música en silencio, respirando sin hablar.
Te quiero vivo, ahora que estás al lado mío. Quiero que olvides ciertas obligaciones; que te deshagas un poco del mañana, que te llenes de mí, ahora que somos jóvenes y tenemos ganas, que el tiempo corre y no nos alcanza, que reímos de todo, que estamos sanos.
… No deseo encontrarme un día arrastrando de la mano un viejo gastado sin olor a nada más que a olvido.
martes, 24 de julio de 2012
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